Todavia me emocionan ciertas voces
todavia creo en mirar a los ojos
todavia tengo en mente cambiar algo
todavia y a dios gracias todavia

viernes, 8 de mayo de 2009

tinta

Solía buscar la vida, como quien busca aquello que no entiende, como quien busca lo que le es completamente ajeno. Más encontré, no obstante, a la vida. La encontré tirada en un rincón, Pude saborearla, ver por entero su tortuoso abanico de colores, percibí cada una de sus fragancias, las cuales eran muchas, pero eran todas iguales. Y pude así conocer a la vida, fue como una amiga, como una amante, me enamore de ella cada día, la ame cada mañana y la desprecie cada noche, admire sus matices y me asqueo su monotonía, me canso la cara que veía en el espejo cada mañana, me canso la misma taza de café, el mismo par de botas negras; me harte de compartir cada día con la vida, me aburrí de verla mi lado cada noche y quise escapar, quise escapar desesperado, corrí frenético sin rumbo buscando una salida, hasta que al fin la encontré. Ahí estaba, bailoteando inocente en el filo frió y brilloso del acero, llamándome por mi nombre, mostrándose provocativa, casi obscena, en su hipnótica danza, sabiéndose ineludible, inevitable. Era la muerte, pacifica y angustiante. La conocí y quise amarla, quise tocar su cuerpo helado y gris, la desee con todo mí ser. Pero pude, sin embargo, en aquel momento, en pleno brote del torrente carmesí, ver que vida y muerte eran iguales, que eran una sola, eran las mismas sus texturas y sus fragancias. no eran en si mismas, nada mas que una cruel y arbitraria etiqueta con que clasifican la carne aquellos que no tienen alma. En aquel día conocí a la vida y a la muerte y las rechace. en este tiempo solo existo como un fantasma, como un espectro, existo, refugiado entre la tinta que ocupa las páginas de un viejo cuaderno y puedo decir que aquí he encontrado lo que algunos llaman paz.